miércoles, 27 de abril de 2016

Cuando se trata de nuestros hijos.....

Que gran tema. Cuando un hijo o una hija está gordito o gordita. ¿Cómo hacemos para acompañarlos sin presionarlos ni descalificarlos? Tarea harto difícil......
Pero se puede.
Transmito mi experiencia: cuando una de mis hijas estaba gordita yo recibía presiones de todos lados para ponerla a régimen. Ella tenia once años entonces y yo decidi consultar al pediatra quien GRACIADIO' opinó igual que yo: no tiene edad para dieta. Tiene que recibir aceptación de sus padres, en especial SU PADRE que es quien le va a dar la mirada masculina de aprobación. Cuando llegue a los 14 ella solita empezará a cuidarse.
Que bendición sentir que EL MEDICO decía lo mismo que yo pensaba en soledad......
y confirmar años más tarde que EL MEDICO tenia razón.
Nuestros hijos necesitan PRIMERO QUE NADA sentirse aceptados tal cual son.... luego ellos con esa seguridad harán lo que quieran. He dicho.
Con todo mi amor.

lunes, 23 de junio de 2014

Confirmado: cocinar ES terapéutico.

Este fin de semana largo, para mi fue eterno.... No me alcanzó con el triunfo de Argentina para sentirme contenta como suelo estar habitualmente frente a mi soledad del domingo.
Sentí que lo único que tenía ganas de hacer era DORMIR, y eso en mi diccionario, es sinónimo de TRISTEZA más comúnmente llamado BEIJON....
Muchos temas me preocupaban, muchas cosas que no estaban saliendo como yo quería, y nada me motivaba. Raro en mí, y por eso mismo, más me costaba aceptarlo. Ni siquiera me daban ganas de tocar la guitarra.
La caminata matinal ayudó a despejar alguna que otra endorfina, pero lo que me hizo mejorar del todo fue ponerme a cocinar....Sí, créase o no, llegadas las seis de la tarde, empecé a hervir espinacas para darle gusto a un pedido de una de mis hijas ("ma... hace mucho que no hacés pascualina", había dicho antes de partir rumbo al hogar paterno el día anterior). Y me copé creando, aunque no era una receta complicada. Al saltar las cebollitas y los morrones (o ajíes, como gusten llamarlos), no me limité al aceite de oliva, sino que posteriormente agregué vino blanco y algo de azúcar. En lugar de queso blanco puse Finlandia light, abundante queso rallado (claro, no sea cosa de hacerla taaaan light), un huevo, y condimentos: pimentón dulce, ají molido, nuez moscada.... sal y pimienta. La masa como siempre, criolla de La Salteña (porque no hacen más la de Blancaflor tipo casera que era aún mejor). Quedó riquísima sobre todo porque se notaba el toque dulce. Y por primera vez en mucho tiempo una de mis hijas consideró que la comida estaba RICA..... (Siempre la comen, pero rara vez la ponderan). Y lo que es mejor, mientras iba y venía de la mesa calentando más tarta en el microondas, me sentí feliz. De haber cocinado, de que hubiera salido rica, y de atender a mis hijas que estaban contentas. Poco, o tal vez mucho por lo que estar agradecido y contento. Y arranco un lunes con muchas más pilas. 

viernes, 6 de junio de 2014

Comida, sexo y deporte

Este es un tema que no sé en qué blog poner. Tiene relación con el del divorcio, pero creo que está más vinculado con este. Cómo nos afectan el deporte o la falta de él, y el sexo (o su ausencia) en nuestras ganas de comer. No digo con relación al hambre estomacal que siempre es el mismo, sino el hambre emocional que todos conocemos. Ese que nos hace bajarnos un salamín entero con pan francés, y dos copas de vino sin pensarlo dos veces, cuando en realidad, con mucho menos habríamos estado saciadas de no ser porque nos está faltando.... algo. Ese algo no creo que sea algo físico, no es "un marido" o "un amante" o "una cartera nueva". Ese algo es intangible, es la sensación de plenitud y de paz con uno mismo que solo puede surgir del interior de uno, y no puede adquirirse. Ahora bien, creo que hay "ayudines" para ese algo cuando no está tan desarrollado, y estos sí provienen del afuera. En mi caso, tener un amigo con derechos, y tener un entrenador me estaban ayudando mucho a mejorar mis hábitos alimenticios. No porque ahora me vaya a hacer vegetariana, sino porque directamente me olvidaba de comer, y comía menos cada vez que estaba por entrenar (dentro o fuera de la cama). La caminata me ayuda a meditar y casi soy kung fu o el maestro shao-li, pero no me evita las ganas de comer. Así, al desaparecer misteriosamente el amigo con derechos, quizás porque fue a reivindicarlos ante algún Tribunal para volver más convencido, o quizás porque decidió irse a gozar de qué caricias a otro lado...., decía, al desaparecer el amigo CONJUNTAMENTE con el entrenador.... ¡epa! ¿Qué paso? La señora se encontró comiendo como lima nueva.... Again. No tanto como alguna vez en que se clavaba un shot de 200 gramos en una sola noche (extrema depresión postparto), pero sí unos cuantos salamines o guisos de lentejas con chorizo colorado (acaso por alguna asociación inconsciente...), en un par de semanas. Ohhhhh qué lindo era todo cuando tenia mi amigo y mi entrenador. Ahora volvió el entrenador, y hoy ya estoy mejor con el tema. Almorcé una rica tarta de broccoli y una sprite zero. Re diet. ¿Volverá quizás también el amigo? ¿O aparecerá otro? Ojalá....o magari, como dicen en Italia.

martes, 8 de abril de 2014

Dos formas de cocinar .... dos formas de vivir....

Quiero compartir una reflexión que me surgió como tantas otras, cocinando. La cocina es para mi muchas veces una terapia. Entrar en ella, prender el horno, preparar algo rico, llenar la casa de aromas exquisitos, escuchando música... Cocinando me di cuenta que hay dos formas de hacerlo. La primera, la que hacía cuando recién empezaba: buscar una receta, comprar todos los ingredientes, y seguir las indicaciones. Esa era la forma de cocinar en los comienzos. Luego de varios años, encontré otra forma, y la que a mi más me gusta: ninguna receta, ver qué hay en la cocina y preparar algo combinando los elementos. El otro día por ejemplo, me quedaba un zuchini, una cebolla, muzarella y dos huevos... Enseguida arme un omelette, salté la cebolla en oliva, agregué los zuchini y también los salté, agregué caldo de finas hierbas que por casualidad también tenía, y cociné lentamente. Finalmente, huevos batidos con algo de queso rallado, y armé el omelette agregándole muzarella para que se derrita. Un manjar... Esta forma de cocinar es ahora casi la única que utilizo. No me preocupo por seguir una receta, sino que me conecto con lo que hay y a partir de ahí, elaboro, creo, disfruto, y después.... también como. La reflexión que me surgió es que estas dos formas son también dos formas de vivir. Una es seguir una receta (hay que casarse, tener hijos, obtener un puesto determinado, tener tal o cual cuerpo, etc.), y frustrarse cuando no tenemos los ingredientes, o no nos sale la receta tal como "debería". Y la otra es VER QUÉ ES LO QUE HAY en nuestra vida, y con ello ir elaborando, creando, disfrutando y VIVIENDO. Así vivo yo ahora, o al menos lo intento, y mi sensación es que la paso muchísimo mejor que antes. Soltemos pues los mandatos que nos exigen y no nos llevan a nada bueno y experimentemos el gozo de estar vivos con todo lo que somos y lo que tenemos.

martes, 1 de abril de 2014

La velocidad a la que vivimos...

Hoy iba caminando apurada como siempre, para llegar al Banco antes de ir al trabajo. Siempre a toda velocidad y por supuesto sin saber demasiado bien por qué. En eso una imagen me golpeó como si fuera una trompada dada por el mismísimo Carl Honoré: una señora de avanzadísima edad, apoyada en su bastón, caminaba lentamente, muuuuy lentamente, delante mio. Al principio me molestó. Me impacienté. Pero enseguida cambié mi actitud. Fue cuando noté que a su lado iba un perro, un can sin raza pero con mucha sabiduría. Era evidente que el perro caminaba a la velocidad exacta que pedía su dueña, sin que hubiera correa alguna. Y cuando él quedaba mínimamente por delante de ella, se frenaba. El perro ESPERABA a la señora. Créase o no. ¡Qué lección aprendida de golpe y sin palabras, una vez más impartida desde el púlpito de la sabiduría animal! No tengo idea qué tendrá que ver esto con el tema del blog, pero algo me dice que las corridas habituales guardan relación con la mala calidad de vida que tenemos, y con nuestros sufrimientos. Como diría PASCAL: la mayor parte de los problemas de los seres humanos, se resolverían si aprendieran a estar sentados tranquilamente en sus casas.

martes, 25 de marzo de 2014

Fitness store

Este es el nombre de un local paquetísimo e inmenso que siempre veo sobre Figueroa Alcorta en mis caminatas matinales. Dice algo así como "FITNESS.... WHAT WE LIVE FOR". Qué fuerte, ¿no? ¿Vivir para estar fit? ¿No será mucho? Yo entiendo que si uno vende máquinas para el fitness tiene que convencer al mundo entero de que ES ESE el único objetivo en la vida, pero de verdad... ¿es necesario que todos nos lo creamos? Personalmente, no lo veo así. Es que recién ahora a mis 44 años estoy tomando clases de gimnasia con un profesor particular (lo que comúnmente se llama UN P.T., con perdón de la expresión) y lo hago porque considero necesario mejorar mi estado de salud. ¡Pero en modo alguno considero que uno deba vivir para ello! Hay tantos objetivos más nobles y profundos por los que vivir... Creo que ahí está el problema de nuestra sociedad. Nos confundimos pensando que el objetivo es tener tal o cual cuerpo, o tantos billetes en nuestra cuenta bancaria, cuando en realidad ninguno de estos objetivos una vez cumplidos nos saciarán jamás..... "Lo esencial es invisible a los ojos" como decía St. Exupery, o citando a Anthony de Mello al hablar de la iluminación.... "seguir sacando agua del pozo". Es decir, ser feliz de ser uno mismo, en armonía con los demás y con toda la creación. Eso sí que es un objetivo por el cual vivir. Y esa felicidad es la que trasciende al egoísmo de mirarnos el ombligo (o la panza más o menos chata) y nos permite vernos reflejados en las almas de nuestros semejantes. Yo propongo cambiar la frase de la publicidad mencionada por esta otra: "LOVE. WHAT WE LIVE FOR" Y además, podría decirse en castellano, by the way...

viernes, 17 de enero de 2014

Un comentario muy atinado sobre la identidad femenina

Les recomiendo lean el comentario de Marilén Stengel, en su blog sobre la forma como las mujeres nos vemos a nosotras mismas. Vale la pena cambiar el paradigma, y aprender a aceptarnos con amor incondicional.